Iba en los primeros años de la eduación primaria cuando al señor que vendía fruta en su carrito ambulante, le pedí que me llevara un coco diario. Recuerdo que la cara del señor fue de asombro y una ligera burla. Cabe mencionar que yo tenía alrededor de unos 9 años.
Lo primero que me preguntó fue si yo tenía dinero para pagarle tantos cocos, a lo que le contesté que si, enseñándole con mis manitas de niña, muchas monedas.
La segunda pregunta fue, ¿para qué quería un coco diario? Yo contesté que había leído que el agua de coco era buena para matar a las amibas y que seguro yo tenía muchas. ¡Qué risa!.
En otra ocasión en la preparatoria tuve un accidente fuerte en moto, parte de la piel de mi cara y cuerpo se pegó con la ropa que traía y se quemó con el concreto, por lo que además de sufrir del dolor/ardor, tenía miedo que me quedaran marcas. Una amiga de mi mamá (gracias Laura) me puso polvos de tepezcohuite en la cara y ¡santo remedio!. Dejó de arderme, se cicatrizó rápido y no me quedaron marcas.
Estos sucesos fueron los primeros acercamientos que tuve respecto a la sanación con los alimentos y las plantas.
En mis finales de los treintas comencé a investigar sobre alimentos, la compatibilidad del consumo de animales, los efectos de los pesticidas, la manipulación genética de los alimentos, la química que hacen algunos alimentos combinados entre si, hasta llegar al mundo de las plantas medicinales!.
Las plantas medicinales son mi nueva obsesión, debo confesarlo. He comprado muchos libros sobre herbolaria y es un mundo abundante en información que sin ser conspiranoíca, ahora entiendo porque el sistema ha evitado a toda costa que salga a la luz lo enriquecedor y completo que es la herbolaria.
La naturaleza esta dotada de todo cuanto necesitamos para sanar nuestro cuerpo y emociones. Algunas plantas se comen, otras se untan en la piel, otras se deben calentar o enfriar, otras deben de infusionarse o macerarse, en resumen, los métodos para obtener sus beneficios son diversos.
En los libros de Jacobo Grinberg sobre los chamanes de México, señala la amplia sabiduría que poseían éstos sobre la herbolaria e incluso las consecuencias de su mal uso. Al final ellos son los guardianes de aquellas.
Derivado de mi viaje espiritual es que comencé a dejar los medicamentos de farmacias y sustituírlos por las plantas y es que ya habiéndo probado sus beneficios, quiero animarte a que tu también empieces a descubrir este fantástico mundo por lo que te comparto mis remedios favoritos:
Si me duele la cabeza o siento ataques psiquicos uso el romero, traigo un roll on en mi bolsa ¡always!.
Cada que me quemo la piel por el sartén caliente, me pongo pomada de caléndula.
Para el dolor, tengo una amiga que me hace una sinergía de aceite de romero, árnica y cuarzo blanco, que me quita hasta dolor de cíatica. Obvio el uso del aceite va con los estiramentos correspondientes.
La lavanda la uso para dormir, ya sea en aceite o en té.
Para aquellas ocasiones que como en exceso y siento que mi panza es un globo, el té de hinojo, semilla de cilantro y comino, es mi salvación. Este té lo aprendí de la dieta Ayurvédica que hice en algún momento de mi vida.
Para la resequedad de mis manos por usar tantos solventes y lavar trastes, uso una crema de caléndula o coco.
Últimamente usé el té de orégano para desparasitarme física y mentalmente y fue una experiencia interesante.
La citronela es parte de mi kit de bolsa de mano, así como, una crema de salvia para los piquetes de insectos.
Un frasco de estracto de stevia para endulzar mi cafecito cuando ando en la calle o de viaje.
Un bálsamo de aceite de ricino, cera de abeja y calendula no falta en mi cosmetiquera. Así como polvos de arroz para el brillo de mi cara.
Y por úlltimo y no menos importante traigo conmigo siempre un spray con escencia de limón para ponerle al WC antes y después de usarlo.
Con todo lo anterior te hago una amable invitación para regresar al origen y recordar que hubo un tiempo en que éramos uno con la naturaleza.
Si he podido despertar tu curiosidad sobre este tema, te invito a investigar por tu cuenta.
Gracias por leerme.
Melissa.